30.3.09

Su mirada

30.3.09 5
Sabía que me estaba viendo. Su mirada fija en mis ojos me decían que le gustaba. La tensión era alta, no sé si tanto para ella como para mí, pero el sudor me comenzaba a recorrer. Primero un sudor frío, el cual me hizo temblar manos y pies, recorrió mi cuerpo de abajo a arriba. Mi mirada, aún no se fijaba tanto en ella.

Se subió pero no me percaté de ello, yo leía Una temporada en el infierno, iba por la página 55 cuando alcé por primera vez la mirada y la vi junto a la puerta. Era fácil no dejar de verla. Ese cuerpo era observable.

Yo ya iba por la página 60 cuando se paró justo enfrente de mí. La sensación de que alguien me veía era muy fuerte, esos ojos miel tenían una mirada fuerte. Me desconcentré, no pude seguir con esa lectura, era más intrigante descubrir su mirada para poder verla también a sus ojos.

Cuando teníala vista arriba, no me dirigí directamente a su cara, me quedé viendo su abdomen y volteé rápidamente a mi izquierda. Como estaba en el asiento individual vi como la gente de alado la observaba con la misma intensidad que yo. Los de los asientos de mi izquierda igual, no dejaban de ver su cuerpo, era fascinante, jamás visto. Su ropa hacía juego ad hoc con todo ella.

Cerré el libro sin colocar el separador, no me importaba qué página era, lo que quería ver estaba frente a mí pero no era capaz, no tenía el valor suficiente para subir más mi mirada y verla directo a los ojos. El poder de su mirada, trataba de decirme algo. Mas no conseguía descifralo, o quizá no quería saberlo.

Me decidí, no tenía otra opción, era ya o nunca porque en dos estaciones bajaba. Sus ojos se enfrentaron a los mios, se enfrentaron literal, porque sus ojos no mostraban nada de amor, de deseo, como los ví la primera vez, sus ojos orbitaban, ya no eran mieles, eran rojos, parecía iban a salirse del odio en cualquier momento. Pero su cara no mostraba el mismo sentimiento, era una cara de cansancio, de ostigamiento, de que ya no soportaba más que la gente la siguiera viendo.

Su cuerpo era único, le faltaba una pierna, desde el tronco, era incríble como podía sostenerse en ese aparato viejo y oxidado, no lo cubría con su ropa, al contrario, la había roto a propósito, su peso era de no más de 130 kg., sus dedos salían de los converse viejos que usaba, el pantalón deslavado no era así por estar a la moda, su blusa con círculos eran de los huecos y fácilmente podían verse sus pechos que eran enormes y sin una gota de silicón, naturales. Los brazos con yagas rojas, moretones en el cuello, un labio parecía había sido cortado cuando era pequeña. Se sotenía fuerte con la mano y 3 dedos que tenía.

La sensación al terminar de ver sus ojos de nuevo era nueva, no la había sentido nunca, el tiempo pareció se había detenido y cuando me di cuenta ya era Chilpancingo. Me levanté rápidamente pero no llegué a tiempo, las puertas se estaban cerrando enfrente de mí. Mi impulso por estar afuera fue tan grande que cuando dejé mi asiento me agarré del brazo de la mujer de la mirada y por instinto puse lo que tenía en mis manos entre las puertas. Sin darme cuenta, le había quitado el brazo. Entonces, no se cerraron por completo y pude salir.

Después me encontré a la misma mujer en diferentes ocaciones, le faltaban otras partes del cuerpo, las cuales eran sustituidas por viejos fierros. Nunca más volví a quedarme sentado con la mirada hacía abajo en el metro.


21.3.09

El aroma

21.3.09 10
Ella no rebasaba el 1.55 m. Él en sus recién cumplidos 30 medía 30 c.m. más que ella. Ella no era fea, sin embargo, no alcanza a decirse es una chica con encanto, algo le sobra, algo le falta, quién sabe. Él es de los que coquetea, lo sabe, es su fuerte. Mas no significa sea 'guapo' como lo nombra Sofía, la chica de la tienda que suspira cada que va él por sus cigarros.

Él usa una playera deportiva, parece va a jugar básquetbol, sus tenis lo delatan. Es de esas playeras sin mangas, cómodas para estas actividades donde sudas, pero más para sentirse hombre porque sabe que lo verán todas esas chiquillas de la banda de guerra de la secundaria que van a practicar todos los sábados. También trae puestos unos pants, pero debajo usa shorts porque si has jugado básquetbol sabes lo cómodo de usar pantaloncillos cortos, como dirían los doblajes chafas latinoamericanos.

Ella iba a trabajar. Sí era sábado, pero sólo lo hace por medio día. Después tiene que regresar a casa a ayudarle a su mamá para salir a vender antojitos en la noche fuera de su casa. Que compra la verdura, que el pollo, el chicharrón y ya Doña Chabelita se dedica a preparar esas exquisitas quesadillas, pambazos y tamales de tripa por la que la reconocen en la colonia. Ella no tiene mucho que trabaja los sábados, apenas tendrá como dos meses, por lo que no se acostumbra a levantarse temprano y ya iba tarde.

Él se sostenía del tubo de arriba, sus brazos alzados dejaban al aire sus vellos axilares, esos que le gusta presumir sudados. Ella, sostenida del tubo de al lado, hacía que quedara su nariz a la altura de esos pelos color cafés. Él como cada mañana se aplica desodorante en aerosol, uno que vio en la televisión que dura todo el día, por lo que no llevaba una lata para después de jugar.

Ella vestía una falda y una blusa normal, sin escotar, no es su estilo. Como la noche anterior a Doña Chabela le sobró comida de su puestesito, ella llevaba su tacuche para almorzar en el trabajo en una bolsa de mano, pero de esas grandes, que parecen más de mandado. Con la derecha tomaba el tubo y de su brazo colgaba la bolsa.

Él no se dió cuenta donde quedaba su axila, ella sí se dió cuenta pero no quizo quitar su nariz de eso hueco, del cual creía salía toda la virilidad de ese hombre que estaba a su lado. Lentamente, si dejar de respirar profundo en cada inhalación fue metiendo su mano izquierda debajo de su falda. Esa gran bolsa cubriría su acto. Primero fueron dos dedos pero no resistió y al poco tiempo ya tenía gran parte de los cuatro dedos adentro, con los que fue acariciándose. Rozaba su calzón, parecía se estuviera rascando una comezón tremenda, pero no, eran movimientos delicados y bien dirigidos.

Él iba esuchando su iPod y estaba distraído, no sabía lo que la mujer de su lado izquierdo hacía, lo que hacía por él, "con él". Ella cerraba los ojos discretamente haciéndose la que se dormía de pie, tenía miedo que el chico del asiento de discapacitados, enfrente de ella, viera sus ojos ponerse en blanco. Ella seguía tocando su sexo, ese sexo caliente y húmedo que la hacía fantasear peligrosamente al lado de él, el quien en dos estaciones bajaría para nunca volver ser visto por ella.

Ella se distrajo de la realidad y por casi venirse se pasó de su estación, si no hubiera sido por el chico de enfrente que bajó en Instituto del petroleo no "despierta". De igual manera, no vio en qué estación bajó él, no pudo preguntarle su nombre ni siquiera para poder gritarle a gusto en sus fantasías, donde ella lo tenía sin dejarlo respirar por la lengua que no salía de su boca.

Ella no se bajó sino hasta la siguiente estación, después de haber sacado su mano sudada y con ese olor que a él le hubiera gustado mucho tener en su nariz, como ella el olor que disfrutó en el mejor trayecto en metro de toda su vida.

20.3.09

Bienvenidos

20.3.09 5
Este blog está pensado desde finales del año pasado y por fin lo veo tangible. A uno como citadino de la Ciudad de México, nos es normal recorrerla en metro, además de por ser lo más económico también por... bueno, no sé, cada quién tendrá sus razones. Aunque sí suele ser un buen transporte público cuando no va con exceso de gente y no se va parando y no se tardara tanto en llegar a cada estación, en verdad, tiene sus puntos a favor.

Bueno, pues por usarlo casi a diario, el metro me ha dado la inspiración para cada que veo a una persona imaginarme su vida, igual no a tan profundo grado, pero cuando no tienes mucho que hacer es un buen distractor.

Cabe recalcar que las historias son cortas, como lo dice el título, cada historía representa un centimetro, por hacer la comparación con el sistema métrico. Sabemos que son millones los usuarios al día, pero pocas son las vidas que entran y salen. Yo no me he puesto a preguntar a cada uno que hace, simplemente es cosa de juzgar un poco por el cómo comen, cómo duermen, qué leen, etcétera. Leer Centímetros de existencia te llevará a diferentes estaciones de la vida de las personas. Son historias que suceden debajo de la ciudad de México, muy pocos se percatan de ello, pero se viven día a día.

El metro como un sistema de transporte colectivo, hace que este blog también lo llegue a ser en un momento. Así, que si tienes una historia no dudes en compartirla con nosotros. Todos hemos visto qué sucede cuando el metro se queda parado 20 minutos o cuando se apagan las luces y despiertas donde no querías estar.

Estará formado por varios volúmenes, cada uno será una línea diferente. Por lo que con esto, damos inicio a las estaciones de la Línea 1. ¡Sean bienvenidos (y espero les agraden)!
 
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