Sabía que me estaba viendo. Su mirada fija en mis ojos me decían que le gustaba. La tensión era alta, no sé si tanto para ella como para mí, pero el sudor me comenzaba a recorrer. Primero un sudor frío, el cual me hizo temblar manos y pies, recorrió mi cuerpo de abajo a arriba. Mi mirada, aún no se fijaba tanto en ella.
Se subió pero no me percaté de ello, yo leía Una temporada en el infierno, iba por la página 55 cuando alcé por primera vez la mirada y la vi junto a la puerta. Era fácil no dejar de verla. Ese cuerpo era observable.
Yo ya iba por la página 60 cuando se paró justo enfrente de mí. La sensación de que alguien me veía era muy fuerte, esos ojos miel tenían una mirada fuerte. Me desconcentré, no pude seguir con esa lectura, era más intrigante descubrir su mirada para poder verla también a sus ojos.
Cuando teníala vista arriba, no me dirigí directamente a su cara, me quedé viendo su abdomen y volteé rápidamente a mi izquierda. Como estaba en el asiento individual vi como la gente de alado la observaba con la misma intensidad que yo. Los de los asientos de mi izquierda igual, no dejaban de ver su cuerpo, era fascinante, jamás visto. Su ropa hacía juego ad hoc con todo ella.
Cerré el libro sin colocar el separador, no me importaba qué página era, lo que quería ver estaba frente a mí pero no era capaz, no tenía el valor suficiente para subir más mi mirada y verla directo a los ojos. El poder de su mirada, trataba de decirme algo. Mas no conseguía descifralo, o quizá no quería saberlo.
Me decidí, no tenía otra opción, era ya o nunca porque en dos estaciones bajaba. Sus ojos se enfrentaron a los mios, se enfrentaron literal, porque sus ojos no mostraban nada de amor, de deseo, como los ví la primera vez, sus ojos orbitaban, ya no eran mieles, eran rojos, parecía iban a salirse del odio en cualquier momento. Pero su cara no mostraba el mismo sentimiento, era una cara de cansancio, de ostigamiento, de que ya no soportaba más que la gente la siguiera viendo.
Su cuerpo era único, le faltaba una pierna, desde el tronco, era incríble como podía sostenerse en ese aparato viejo y oxidado, no lo cubría con su ropa, al contrario, la había roto a propósito, su peso era de no más de 130 kg., sus dedos salían de los converse viejos que usaba, el pantalón deslavado no era así por estar a la moda, su blusa con círculos eran de los huecos y fácilmente podían verse sus pechos que eran enormes y sin una gota de silicón, naturales. Los brazos con yagas rojas, moretones en el cuello, un labio parecía había sido cortado cuando era pequeña. Se sotenía fuerte con la mano y 3 dedos que tenía.
La sensación al terminar de ver sus ojos de nuevo era nueva, no la había sentido nunca, el tiempo pareció se había detenido y cuando me di cuenta ya era Chilpancingo. Me levanté rápidamente pero no llegué a tiempo, las puertas se estaban cerrando enfrente de mí. Mi impulso por estar afuera fue tan grande que cuando dejé mi asiento me agarré del brazo de la mujer de la mirada y por instinto puse lo que tenía en mis manos entre las puertas. Sin darme cuenta, le había quitado el brazo. Entonces, no se cerraron por completo y pude salir.
Después me encontré a la misma mujer en diferentes ocaciones, le faltaban otras partes del cuerpo, las cuales eran sustituidas por viejos fierros. Nunca más volví a quedarme sentado con la mirada hacía abajo en el metro.
Se subió pero no me percaté de ello, yo leía Una temporada en el infierno, iba por la página 55 cuando alcé por primera vez la mirada y la vi junto a la puerta. Era fácil no dejar de verla. Ese cuerpo era observable.
Yo ya iba por la página 60 cuando se paró justo enfrente de mí. La sensación de que alguien me veía era muy fuerte, esos ojos miel tenían una mirada fuerte. Me desconcentré, no pude seguir con esa lectura, era más intrigante descubrir su mirada para poder verla también a sus ojos.
Cuando teníala vista arriba, no me dirigí directamente a su cara, me quedé viendo su abdomen y volteé rápidamente a mi izquierda. Como estaba en el asiento individual vi como la gente de alado la observaba con la misma intensidad que yo. Los de los asientos de mi izquierda igual, no dejaban de ver su cuerpo, era fascinante, jamás visto. Su ropa hacía juego ad hoc con todo ella.
Cerré el libro sin colocar el separador, no me importaba qué página era, lo que quería ver estaba frente a mí pero no era capaz, no tenía el valor suficiente para subir más mi mirada y verla directo a los ojos. El poder de su mirada, trataba de decirme algo. Mas no conseguía descifralo, o quizá no quería saberlo.
Me decidí, no tenía otra opción, era ya o nunca porque en dos estaciones bajaba. Sus ojos se enfrentaron a los mios, se enfrentaron literal, porque sus ojos no mostraban nada de amor, de deseo, como los ví la primera vez, sus ojos orbitaban, ya no eran mieles, eran rojos, parecía iban a salirse del odio en cualquier momento. Pero su cara no mostraba el mismo sentimiento, era una cara de cansancio, de ostigamiento, de que ya no soportaba más que la gente la siguiera viendo.
Su cuerpo era único, le faltaba una pierna, desde el tronco, era incríble como podía sostenerse en ese aparato viejo y oxidado, no lo cubría con su ropa, al contrario, la había roto a propósito, su peso era de no más de 130 kg., sus dedos salían de los converse viejos que usaba, el pantalón deslavado no era así por estar a la moda, su blusa con círculos eran de los huecos y fácilmente podían verse sus pechos que eran enormes y sin una gota de silicón, naturales. Los brazos con yagas rojas, moretones en el cuello, un labio parecía había sido cortado cuando era pequeña. Se sotenía fuerte con la mano y 3 dedos que tenía.
La sensación al terminar de ver sus ojos de nuevo era nueva, no la había sentido nunca, el tiempo pareció se había detenido y cuando me di cuenta ya era Chilpancingo. Me levanté rápidamente pero no llegué a tiempo, las puertas se estaban cerrando enfrente de mí. Mi impulso por estar afuera fue tan grande que cuando dejé mi asiento me agarré del brazo de la mujer de la mirada y por instinto puse lo que tenía en mis manos entre las puertas. Sin darme cuenta, le había quitado el brazo. Entonces, no se cerraron por completo y pude salir.
Después me encontré a la misma mujer en diferentes ocaciones, le faltaban otras partes del cuerpo, las cuales eran sustituidas por viejos fierros. Nunca más volví a quedarme sentado con la mirada hacía abajo en el metro.
5 boletos de a $2:
Ok... lo diré...
No me gustó el post!
Listo, me siento mejor!
Pop!
Una historia inesperada...
...creo q muchas "partes" seguirán rondando en mi cabeza.
Me gustó, pero me dió miedo que se fuera desarmando. ¿Se desatornillaría o simplemente se le antojaba quitarse las piezas?
Me gustó mucho la parte final del relato. No todo es lo que parece.
Me late q escribas aquí, es como conocerte de otra forma. Por qué ya no le seguiste?
Saludos
Creo que me dio demaciado miedo llegar al final, te imagine ahi sentado con tu playera rayada y tus jeans tan caracteristicos sabes creo que hasta senti que habia musica en el aire para ese relato debes acompanarlo como musica de fondo con 03 Preocupación Genuina de ULISES HADJIS,me encanto la foto de incio de tu blog como a quel sorfista que espera la ola como aquel turista con el corazon roto que mira al horizonte buscando respuesta.
ME ENCANTO EL RELATO DEL METRO, TIENE ALGO DE VERDAD O ESCENSIALMENTE FUE VERDADERO
UN ABRAZO AMIGO
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En el metro siempre vas muy calladito, aquí expresate cómo quieras, no hay señores vendiendo discos ni ciegos molestando ni vagos acostándose en vidrios ni largos ratos de espera con ese calor humano único con olores naturales ni poca ventilación ni largas caminatas con cientos de personas en los transbordes... Aquí siéntete a gusto, estás desde tu casa, cómodo.